De dónde proviene...
Daniel Goleman (1995), a quien se debe la popularización del concepto Inteligencia
Emocional, identificó dos tipos de mentes que trabajan conjuntamente, una es la racional que
es la que piensa, es consciente, capaz de reflexionar antes de actuar; otra, es la mente
emocional la cual se encarga de sentir, es impulsiva, ilógica y poderosa. Sin embargo, son
dos facultades independientes con circuitos cerebrales distintos, aunque interrelacionados.
Las aportaciones de Goleman no se reducen a la investigación sobre la inteligencia
emocional, participó también en la elaboración de diversos programas para instituciones
educativas, como el programa Aprendizaje Social y Emocional (SEL, por sus siglas en
inglés), en el que se pretende impulsar la autoconciencia, la autoconfianza, la empatía y el
autocontrol, mejorando el rendimiento académico y su conducta. Si no se educa con una inteligencia emocional adecuada, no se puede percibir, reconocer, ni
sentir las emociones propias ni las de los demás, esto sucede mediante un ciclo donde el
principal factor es el contexto. Si no se es consciente de las emociones, se tiende a ser una
persona aislada tanto de sí mismos como de los demás, no se perciben, reconocen ni se
sienten. La educación no debe limitase solo a lo académico, sino que es esencial considerar
a los individuos como un todo integral. Como menciona Goleman (1998), es esencial una educación en donde se desarrollen el
talento y las capacidades de los alumnos, sin frenar su creatividad e imaginación ya que
mediante su impulso los organismos educativos se convertirán en una institución formadora
con habilidades para la vida, se pretende también que los planteles educativos y los docentes
eleven su nivel académico abarcando temas emocionales, tomando en cuenta el clima y el
ambiente de la institución para el desarrollo, cooperación, comunicación e interacción de
cualquier actividad intra y extraescolar.
¿Qué beneficios puede aportar la Inteligencia Emocional a los estudiantes?
– Para empezar, una mejora significativa del clima en el aula y unas equilibradas relaciones inter/intrapersonales.
Que un estudiante sea emocionalmente inteligente quiere decir que tendrá adquiridos valores importantes para aplicar en el aula, sabrá de la importancia de trabajar en equipo y hará todo lo posible por tener una adecuada y sana actitud con sus compañeros. Y eso, puede generar un ambiente muy enriquecedor en clase.
– Aumento de la motivación y superación.
La Inteligencia Emocional ayuda a superar frustraciones y decepciones. Por lo tanto, aquel que gestione bien las emociones podrá aprender de los errores y de las equivocaciones. Estará dispuesto a adquirir herramientas que le guíen en la superación de obstáculos. De esta manera, un estudiante que es consciente de su propio aprendizaje y que se sienta protagonista, estará más motivado en el aula y también fuera de ella.
– Una mayor confianza en sí mismo.
Haber desarrollado una buena Inteligencia Emocional hará que el alumno sepa perfectamente cuáles son sus limitaciones, debilidades y sus cosas buenas. Sabrá cómo superar cualquier dificultad en el aula y posiblemente se presentará voluntario para ser mediador en la resolución de conflictos. Eso aportará al alumno un incremento de confianza, autoestima y bienestar personal.
– Un mayor aprendizaje en grupo y participación.
Muchos alumnos no participan en clase y no les gusta hacer actividades grupales porque sienten que sus compañeros o profesores se van a reír de ellos o porque creen que no tienen nada bueno que aportar y se creen menos capaces. Una adecuada educación emocional, hace que los estudiantes se sientan seguros con sus compañeros y que éstos ayuden a su vez a los alumnos que se sientan más retraídos para su correcta integración en el aula.
– Valores muy importantes para el día a día.
Tales como la solidaridad, la empatía, la no discriminación, el respeto, la tolerancia.
– Desarrollo de la responsabilidad social de los alumnos.
Un alumno emocionalmente inteligente sabe cuándo una cosa es justa o no. Cuando un estudiante tiene menos posibilidades que otros o cuando compañeros necesitan más adaptaciones. Estos alumnos ayudarán en todo lo posible a los compañeros con más dificultades e intentará resolver los conflictos que puedan ir surgiendo en el día a día en el aula.
– Disminución de la violencia y de las agresiones.
Una adecuada Inteligencia Emocional hará que los estudiantes estén menos estresados, más valorados y sientan que su opinión importa. Al trabajar correctamente las emociones propias y las de los demás, los estudiantes entenderán a sus compañeros y mostrarán empatía. Así, se reducirían los índices de violencia y agresiones en las clases.
– Mejora de la adaptación escolar.
La Inteligencia Emocional tiene muy en cuenta los pensamientos de los demás, las opiniones distintas y el aprender de los errores y equivocaciones sin miedos, inseguridades ni frustraciones. Eso, hará que los alumnos que hayan aprendido o estén aprendiendo a gestionar las emociones, tengan una buena y enriquecedora adaptación escolar.
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